martes, 4 de enero de 2011

4/365

Voy a retomar la novela de Victoria, la novela que no empezó. Voy a tomarla por las íes, pensó Ñ. La idea se la dio la caminata, el mover las piernas a la mañana, el moverse entre la gente, paso, interrupción, tropiezo, golpecito, cuerpo ajeno, límite y encuentro en el andén de Retiro. Es enero. Pensó en la marquesina que vendía Coca Cola, pensó si Victoria caminaría por el borde del andén, si repararía en las colillas de cigarrillo desparramadas entre las vías. Dudó del nombre. Victoria, con dos íes, ese nombre que después Daniela, con una i, le dijo que debería desaparecer, como si no hubieran hablado ya de desaparecidos, como si no hubieran usado ya consonantes de más para acompañarlos o diferenciarlos. 

Es que retomar una novela es empezarla de nuevo. Las consonantes aportan el sentido. Las vocales están dadas por sentado. Retomar es, por decantación, el próximo paso, el de significar. 

Idea: retomar, leer, escribir.

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